Entre el Parque Natural del Garraf y su playa se encuentra una vivienda que, gracias al terreno accidentado de la zona, ofrece vistas a la costa y al mar Mediterráneo.
La estructura data de la década de 1960 y originalmente contenía dos pisos y una adición en la azotea, accesible a través de una escalera de caracol exterior. El edificio, cuya forma original había sido deformada por una serie de pequeñas ampliaciones, se encontraba en un estado general de deterioro como consecuencia de un mantenimiento deficiente, y la piscina estaba mal comunicada con el resto del predio, lo que dificultaba su uso.
Los propietarios querían poner en valor la construcción original, modernizarla y hacerla más confortable tanto desde el punto de vista funcional como energético. El nuevo programa tuvo que ser reajustado, creando espacios más diáfanos e integrando funcionalmente la ampliación de la azotea en el resto de la vivienda. También fue fundamental la obra de ampliación de los vanos de la fachada y apertura del interior al exterior, potenciando las vistas al mar.
Todo el edificio fue completamente remodelado para hacerlo más eficiente energéticamente y sostenible. Se restauraron las fachadas, cubiertas y terrazas para mitigar las condiciones producidas por la humedad y mejorar el confort térmico y el aislamiento de la vivienda, reduciendo su consumo energético en el proceso. Se modernizaron las instalaciones y se instaló un nuevo sistema de climatización por aerotermia, equipado con suelo radiante y bomba de calor. Si bien se hizo poco en la forma general de la casa, en un esfuerzo por volver a su esencia, se despojó a la estructura de todos los elementos decorativos y dependencias. Se realizaron cambios significativos en la composición de las fachadas y sus aberturas para cumplir con los requisitos del nuevo diseño interior y mejorar la conexión con el exterior.
El proyecto preveía un nuevo diseño interior, particularmente en el primer y segundo piso, que ahora giran en torno a una nueva escalera interior que conduce a la terraza del segundo piso, que alberga una nueva piscina que sirve como una línea divisoria pero se involucra con el entorno circundante. paisaje. Esta operación ha insuflado nueva vida a la ampliación de la azotea, que ahora alberga el dormitorio principal. La antigua piscina se modificó para regularizar el perímetro y mejorar la conexión con el resto de espacios exteriores.
En cuanto a los materiales, el proyecto buscó crear espacios luminosos, neutros y atemporales. Se utilizaron superficies de piedra y tierra en combinación con mobiliario a medida y suelos de roble natural en los dormitorios, poniendo el foco en las vistas al mar y al entorno exterior. En un esfuerzo por desdibujar los límites, los mismos materiales se utilizaron en los espacios adyacentes a la casa, particularmente en las terrazas, que sirven como una extensión hacia el interior. Esta idea se reforzó aún más con una selección de colores más acorde con el entorno y su relación con el mar. En particular, la combinación de tonos verdes y colores de la madera natural imita los pinares característicos de la región.
Los muebles a medida, que delimitan los espacios interiores, también son especialmente importantes en su distribución y funcionalidad. El proyecto también incluyó un nuevo esquema de color.
El resultado de la rehabilitación es una vivienda contemporánea en la que la luz natural, las vistas que ofrece el impecable emplazamiento y el diálogo entre el interior, los patios y el exterior cobran protagonismo.
